Tomo 1 – Día 3. 12 Razones para ayunar I (Individual)
DÍA 3:
12 RAZONES PARA AYUNAR I
1- Lee la siguiente cita bíblica:
Mt 4,1-2
1Luego el Espíritu llevó a Jesús al desierto para que el diablo le pusiera a prueba. 2Pasó cuarenta días y cuarenta noches sin comer, y después sintió hambre.
2- Medita y responde:
• Intenciones por las que ayunamos con frecuencia
Como hablamos en el día anterior, el ayuno es un arma espiritual que Dios nos ha dado para purificar nuestra vida, por medio de él nos hacemos sensibles al Espíritu Santo y el pecado pierde fuerza en nosotros. Jesús es el primero en darnos ejemplo de la importancia del ayuno, pues como dice la Sagrada Escritura en los versículos anteriores, después de ser bautizado por Juan el Bautista fue guiado por el Espíritu al desierto y estuvo sin probar alimentos durante cuarenta días y cuarenta noches para luego ser tentado; gracias a la fortaleza que obtuvo por el ayuno y la oración venció la tentación.
Muchos piensan que Jesús venció la tentación por ser Dios, pero esto no es así, él venció la tentación por la fortaleza espiritual que había alcanzado en la oración y el ayuno. Jesús fue igual a nosotros en todo menos en el pecado, vivió en la condición humana como cualquiera de nosotros, la diferencia fue su unidad con el Espíritu Santo. Con lo anterior, confirmamos la importancia de ayunar frecuentemente para fortalecer la vida interior. A continuación veremos algunas de las intenciones por las que podemos ofrecer ayunos.
– Ayunamos para reparar las consecuencias de nuestros pecados
Lv 23,27-28
27El día diez del mismo mes séptimo será el Día del perdón. Deberán celebrar una reunión santa, y dedicar ese día al ayuno, y quemar una ofrenda en honor del Señor. 28No hagan ningún trabajo ese mismo día, porque es el Día del perdón, en que ustedes obtendrán el perdón ante el Señor su Dios.
El Señor perdona nuestros pecados cuando nos acercamos humildemente y aceptamos nuestros errores, doblamos rodillas y reconocemos la necesidad de su misericordia, por eso dice el salmista: “Te confesé mi pecado, no te escondí mi culpa. Yo dije: ‘Ante el Señor confesaré mi falta’. Y tú, perdonaste mi pecado, condonaste mi deuda” (Sal 32,5). Estos pecados tienen unas consecuencias que deben ser reparadas, por eso la Iglesia nos enseña que a través de las “limosnas, las oraciones y el ayuno” (Catecismo de la Iglesia Católica No 1 434) se reparan las consecuencias de nuestras faltas.
– Ayunamos como un sacrificio ofrecido por los muertos
2 Mac 12,45
45Pero él presumía que una hermosa recompensa espera a los creyentes que se acuestan en la muerte, de ahí que su inquietud fuera santa y de acuerdo con la fe. Mandó pues ofrecer ese sacrificio de expiación por los muertos para que quedaran libres de sus pecados.
Si los muertos hubiesen estado en condenación el sacrificio sería inútil, lo mismo si hubieran estado en plena gracia. Por lo tanto, el pasaje anterior nos permite concluir que hay un estado intermedio, transitorio, en el cual los muertos que no han sido condenados deben purificarse de sus culpas, por las que aún no pueden gozar de la plenitud de la gracia. Este es el estado que la Iglesia denomina “Purgatorio”. Según otra enseñanza de la Iglesia, la comunión de los santos, los vivos tenemos la capacidad de interceder poderosamente con nuestro sacrificio de oración y ayuno para obtener el perdón en favor de las almas purgantes y con el fin de que su entrada al cielo sea más pronta, por eso una de las obras de misericordia espirituales enseñada por la Iglesia es orar por los difuntos.
En pasajes como 1 Sm 31,11-13 y 2 Sm 1,12; 3,35 encontramos el ayuno como una expresión de profundo duelo por la muerte. Cabe suponer que este ayuno, así como los sacrificios y oraciones por los muertos, tenga un valor intercesor en el Antiguo Testamento para clamar perdón por las almas que en el Seol esperan resucitar para la gloria eterna (Job 19, 25-27; Sal 17(16),15; Dn 12, 2-3; Lc 20, 37-38).
Al ayunar y orar por un familiar difunto inmediatamente se produce un efecto de retribución sobre la vida de quien ofrece el sacrificio; además, cuando los difuntos son liberados de las penas temporales del purgatorio se convierten en fervientes intercesores a favor de nosotros. El ayuno que acompaña a la oración se convierte también en una ayuda para la sanación interior y la liberación de ataduras intergeneracionales.
– Ayunamos por la salud de los enfermos
2 Sm 12,15-16
15Y cuando Natán volvió a su casa, el Señor hizo que el niño que David había tenido con la mujer de Urías se enfermara gravemente. 16Entonces David rogó a Dios por el niño, y ayunó y se pasó las noches acostado en el suelo.
David entendía el poder que el ayuno le daba a su oración, por eso ayunó para que su hijo fuera sanado. Siempre la voluntad de Dios ha sido que el hombre esté sano física y espiritualmente, por eso murió en una cruz: “Pero fue traspasado a causa de nuestra rebeldía, fue atormentado a causa de nuestras maldades; el castigo que sufrió nos trajo la paz, por sus heridas alcanzamos la salud”(Is53,5).
David, al ver a su hijo enfermo, ofreció un ayuno al Señor para que recobrara su salud, el ayuno es la solución extrema ante situaciones difíciles. (Aclaración: al leer el contexto de la cita anterior se encuentra que otra circunstancia – el pecado de David – mereció como castigo la muerte del niño. Sin embargo, lo que se quiere destacar es que David, hombre de Dios, era conocedor del poder de la oración acompañada del ayuno; en este caso, para interceder por la sanación de su hijo).
– Ayunamos para alejar el castigo de Dios
1 Re 21,27-29
27Al oír las palabras de Elías, Acab rasgó su ropa, se vistió de saco y ayunó; dormía con el saco puesto y andaba cabizbajo. 28Entonces se le dirigió a Elías de Tisbé una palabra de Yavé: “¿Te has fijado como Acab ha hecho penitencia en mi presencia? 29Ya que ha hecho penitencia ante mí, no le haré sobrevenir la desgracia durante su vida, sino que acarrearé la desgracia a su casa, durante la vida de su hijo”.
El rey Acab había asesinado y despojado de sus bienes a Nabot porque éste último se negó a venderle su viña por razones de obediencia divina, esto le trajo a Acab como consecuencia el castigo de Dios. En el momento en el que Acab se arrepintió y ayunó, Dios le retiró el castigo de muerte. La corrección de Dios es una muestra de amor, ¿qué Padre que ama realmente a sus hijos no los corrige? El Señor corrige a los que ama y ha tomado como a hijos; esta verdad no es fácil de entender para algunas personas, puesto que la mayoría de cristianos relacionamos la Palabra “castigo” con un Dios que se goza en el sufrimiento de sus hijos y que impone penas durísimas para desquitarse de los pecados que ellos cometen.
La Biblia dice que “Dios es tan tierno como un Padre con sus hijos” (Sal 103,13), él no se goza en el castigo pero prefiere corregirnos antes que nos perdamos, por eso la Biblia dice: “Ustedes están sufriendo para su corrección: Dios los trata como hijos. ¿Acaso hay algún hijo a quien su padre no corrija?” (Heb 12,7). El ayuno es una forma de decirle a Dios que hemos entendido el mal camino que estábamos tomando y por medio de este sacrificio hacemos retroceder el castigo de Dios.
– Ayunamos pidiendo ayuda a Dios en los momentos difíciles
2 Cr 20,3-4
3Josafat sintió miedo y decidió acudir al Señor. Así que anunció un ayuno en todo Judá, 4y la gente de Judá se reunió para pedir ayuda al Señor. De todas las ciudades de Judá llegó gente.
Dios siempre será el defensor y el consolador ante cualquier situación difícil que se pueda presentar, tiende la mano a sus hijos para rescatarlos del sufrimiento; sus oídos están atentos a escuchar sus ruegos, los cuales se hacen más efectivos cuando están acompañados por el ayuno. La Palabra de Dios muestra varias evidencias relacionadas con la manera como el pueblo de Israel, por medio del ayuno, lograba transformar su destino delante del Señor. El ayuno es un arma efectiva que acelera el obrar de Dios en nuestra vida y hace que nos responda rápidamente en situaciones de enfermedad.
Dios es nuestro consuelo, él nos ha dado el Espíritu Santo para que habite en nuestro corazón y nos sostenga en los momentos de dificultad: “Él nos consuela en todos nuestros sufrimientos, para que nosotros podamos consolar también a los que sufren, dándoles el mismo consuelo que él nos ha dado”(2Co1,4).
– Ayunamos para que nuestra oración sea más eficaz
Dn 10,2-3;15
2En ese tiempo, yo Daniel, guardaba luto por tres semanas. 3Durante esas tres semanas no probé comidas exquisitas, me privé de carne y de vino y renuncié a cualquier perfume… 1 2Luego añadió: “No tengas miedo, Daniel, porque desde el primer día en que trataste de comprender y de humillarte ante la mirada de tu Dios, tus palabras fueron escuchadas y por eso vine yo en persona”.
El ayuno es una forma de agregarle calorías espirituales a nuestra oración y hacerla más eficaz. El profeta Daniel nos enseña en la cita anterior que el ayuno unido a la oración hizo que la respuesta de Dios llegara, y el libro de Tobías dice: “Buena es la oración con ayuno; y mejor es la limosna con justicia que la riqueza con iniquidad. Mejor es hacer limosna que atesorar oro” (Tob 12,8); lo anterior muestra la importancia de hacer las dos cosas juntas: ayunar y orar. El día que ofrecemos nuestros ayunos al Señor debemos también apartar momentos concretos de oración y lectura de la Palabra, pidiendo la acción del Espíritu Santo sobre nuestra vida; además, es muy importante y beneficioso recibir la confesión sacramental -si es posible- y la santa Eucaristía.
3- Aplicación práctica:
Toma papel y lápiz, realiza un listado de situaciones de tu vida por las que quieras ayunar durante el seminario de Sanación Interior y Liberación, ofrece tu ayuno por cada uno de estas intenciones.
4- Oración:
Padre de amor y bondad, en este día quiero entregarte todas las situaciones de mi vida que necesitan ser transformadas, tú conoces mi corazón, mis anhelos, mis angustias, mis tristezas; por eso las pongo en tus manos para que obres en ellas de la forma como tú quieras; derrama tu bendición sobre mi vida y que tu presencia inunde todo mi ser.
Espíritu Santo, lléname con tu fuerza y amor, que la unción que viene de ti toque mi vida, trayendo sobre ella sanación y liberación. Señor, déjame ver tu gloria para ser testigo ante los demás de que eres un Dios real, que actúas en medio de tu pueblo con amor.
Madre buena, me entrego en tus manos para que el Señor moldee mi vida de la mejor forma, tu intercesión en este caminar es de gran bendición para mi vida. Amén.
“María Mediadora, ruega por nosotros. Amén”
CITA BÍBLICA PARA MEMORIZAR
Neh 1,4
4Al oír eso, me senté y me puse a llorar. Y durante muchos días permanecí sumido en la tristeza: ayunaba y oraba ante el Dios del Cielo.